lunes, 4 de marzo de 2013

El Hockey visto por una primeriza, por María Varela

Cuando los chicos de Stickazo me propusieron una colaboración les dije que encantada, pero según fue avanzando el tiempo y vi quiénes escribían aquí y lo mucho que sabían de esto, me fueron entrando las dudas e incluso el miedo. ¿Qué más podía aportar yo? No es falsa modestia. No sé ni la mitad de la mitad de hockey que los que por hablan por aquí. Ni me da vergüenza reconocerlo. Quizás es porque crecí en Lugo y no me zambullí de lleno en este mundillo hasta los 25 años. Durante un cuarto de siglo mi vida había transcurrido entre piscinas y un mar de libros. Apenas sabía patinar. Por supuesto, conocía la existencia del Liceo y recuerdo a la perfección vibrar junto a mi madre viendo por la tele la final de la Copa de Europa de 2003. Pero ese fue mi primer y último partido… hasta que entré en La Opinión. Era becaria y una compañera que llevaba más tiempo tenía que elegir entre el baloncesto o el hockey. Me quedaría con lo que no quisiera ella… y crucé los dedos para que me tocara el básquet. En mi infancia fui socia del Breogán, incluso hice mis pinitos en el colegio, y en aquel tiempo estaba completamente enganchada a la NBA. No sé si está bien decirlo, pero cuando finalmente me dijeron que me encargaría del Liceo, me lo tomé casi como una putada. Pero no pasa nada. Es tu primer día, pones una sonrisa de oreja a oreja aunque por dentro estés acojonada, y tiras para Riazor.




Fue un 10 de febrero de 2009. Un Liceo-Noia. Recuerdo que Jordi Bargalló había estado espectacular. Vaya, aunque hayan pasado cuatro años… ¡hay cosas que no cambian! Es casi un milagro que ese día saliera la crónica en el periódico. Me pasé el partido preguntando qué pitaba el árbitro. No sabía que había faltas directas y penaltis, campo atrás, que existía la elevación… por no hablar de las tarjetas azules. Tardé varios meses en dejar de pedir a los árbitros que sacaran amarilla. Eso sí, ahora me pasa al revés, veo un partido de fútbol y cuando protesto instintivamente pido azul. Entonces algunos me miran raro y dicen ahhhhh, la de los palitos… Y yo, orgullosa. Hoy por hoy, no lo cambio por nada. Reconozco que en ocasiones me sentí tentada por culpa de algunos momentos malos, disgustos cuando me equivoco o cuando lo que publico no sienta bien a los implicados, o las dos cosas a la vez… Aún así, me vi en la misma situación que aquella compañera hacía cuatro años. Y elegí HOCKEY. 

¿Por qué? Primero porque ningún otro deporte en Coruña, incluso Galicia, me da la oportunidad de hablar con campeones del mundo; de haber contado una Copa CERS y dos Copas de Europa (y espero que este año una Liga). También porque no me aburro nunca. Con todas las intrigas que hay podría hacerle la competencia a Dan Brown y escribir mi propia versión de El código Da Vinci. O por la admiración que me merecen los jugadores (por no hablar de los porteros), capaces de ir sobre cuatro ruedas, manejar un stick y hacer virguerías todo en uno, sin su merecida recompensa (mediática, monetaria etc). Para meterme en su piel fui a comprarme unos patines. La experiencia acabó en Urgencias, no digo más. Tengo razones para una lista sin fin: las largas charlas con Juan Copa, conocer a chicas que pueden salir a la pista con chicos y hacerles llorar, ver los partidos sentada al lado de don José Luis Huelves, compañeras como Lucía Urresti, los pelos de punta cuando todo el Palacio grita al unísono Liceo Liceo, las rivalidades, el especial sentido del humor, la historia, el juego con mayúsculas… el hockey me sorprende cada día. Un sentimiento no traten de entenderlo, cantan los hinchas de Boca. A riesgo de plagio, es la mejor definición. ¡Solo hay que leer este blog! Y tenemos un punto en común. Todas y cada una de las personas que me he ido encontrado se apasionan tanto por este deporte como yo lo hago con el trabajo al que me dedico. Esto es a veces tu peor enemigo. Conmigo o contra mí. Un planteamiento equivocado, quizás el que haya impedido al hockey crecer más. Porque como me enganché yo, pueden caer muchos más. Ya no veo fútbol (lo justo y necesario del Dépor). Ya soy de hockey. Por muchos años. 

PD: Tengan paciencia conmigo. Intento ponerme al día, pero… ¡en cuatro años no me ha dado tiempo ni para empezar!

María, sólo dos cosas: muchas gracias, no por este impresionante artículo, sino por tu dedicación al hockey sobre patines y un muy fuerte stickazo!!!

4 comentarios:

  1. Muy bueno!!!
    Me ha gustado.
    La verdad que ese sentimiento del hockey suele calar, quien no lo conoce...quien no se haya impregando un poco de él...no entenderán de esas partículas que corren por nuestras venas.

    Tú lo has logrado, jejej.

    Enhorabuena por el artículo!!!!!

    ResponderEliminar
  2. Cuanta razón en esas palabras. Cuanta conmigo para lo que te haga falta.

    ResponderEliminar
  3. María, felicidades por éste y por tus artículos en La Opinion de La Coruña, y por tu dedicación a este deporte que tanto nos apasiona.

    ResponderEliminar
  4. Creo que hablo en nombre de todas mis compañeras al decirte GRACIAS María.
    El hockey femenino siempre ha quedado relegado a pequeñísimas noticias por no decir que ha estado desaparecido en la prensa, hasta que "elegiste hockey".
    No hace falta rebuscar mucho en la grada de Monte Alto para verte allí, libreta en mano anotando de todo, y también sufriendo un poquito jeje.
    Muchas gracias por el apoyo que has dado al Borbolla femenino, al darnos a conocer a través de la prensa y enseñarle a Coruña que también tiene un equipo femenino en OK Liga!

    Núria.

    ResponderEliminar

Participa, es más divertido.